PERU 2017
Atrás viene la tormenta, desde hace rato le tengo vista y más que vista, sentida. ‘Pero si no es ahora, no es nunca’
La tormenta pega duro, toca seguir moviéndose. Raspando nieve ya tipo pintor maestro encuentro hielo, dos tornillos rápido, “listo, escale ma men!” Es el largo 4 del pilar sur del Shaqsha. ‘Hp que Runoutsote’…
El cuerpo esta aquí, hace frio, dedos duelen y la cara esta hecho chicle. Pero la mente se quedó en La Esfinge, en el valle de Parón del alto Perú. Tenemos que bajar pronto! Para subir de nuevo…
Noviembre 2016 recuerdo las palabras del maestro Juanito Gabriel, “No le darás si esta mojado”, y si llueve? Bajón. Y sino llueve, belleza. Y llovió…’un poquito no más’, y después de repasar media hora los ‘si es que’ el pegue salió en 18 minutos. Capac ñan en Freesolo. Arriba estaba el Arizaga esperando para escalar juntos y poco más. Pero surgen las pregunticas, ‘y ahora que? Que podemos hacer? Ahora es cuando?’. Es mucha escalada, pero a un precio distinto.
Escalamos La Esfinge con la Savannah hasta el crux en 3 horas, dejamos agua y comida, regresamos y llegamos a la cumbre en 11. Con el Griffin llegamos al largo 6, y tuvimos que bajar. De 9am a las 12pm pasé el día contemplando la pared y a mis amigos Roberto y Nico moverse diminutamente por la ruta, pese a larga vistas y radios….y salieron sanos y salvos, y cansados.. El pegue sale. Pero sale solo si es que hay humildad y respeto. ‘Será?’
El peregrinaje físico-visionario a la Cordillera Blanca del Perú, es algo que el escalador Ecuatoriano debe hacer. Se le ve como un mito, que es compartido por gente de todo el mundo. Y Ecuador es vecino del mito. 2 días de bus y puedes asociar a lo mítico con lo real, y aun así sigue siendo mítico. Pero claro ‘uno’ no viaja al Perú por una experiencia “outdoors”. ‘Uno’ va a escalar “a muerte”, o mas bien buscar la vida, tentando la muerte. O algo así.
Las cumbres escogidas no son ningún horror, ni tampoco el paseo de tercer curso con el Club. Sino una mezcla de clásicos que sus imágenes están en nuestras mentes como fotos tangibles (generalmente equivocadas) que ‘uno’ puede ver y tocar y escalar mil veces antes en su propia mente. Al llegar nos dejan atónitos, monstros mas bien ángeles como el Ranrapalca que son imposibles de describir su dimensión. Como lo es el factor de ‘incertidumbre’ de que pasa “si es que” o “si es que no”. Esto sabiendo dentro que talvez ‘uno’ no quiere estar ahí sufriendo, pero al mismo tiempo quiere ese descubrimiento más que nada en el mundo. El laberinto y rompecabezas de motivaciones de porque ir y por qué escalar, es gigantesco. Talvez tan grande como ver la cumbre del Ranra desde la pinche carpita de uno estando dentro de la misma sombra que la montaña produce. Es aterrador. Y el ego en ese instante es diminuto, minúsculo.
Pero la Esfinge desde el campo base se ve a veces tan sencilla y atractiva, como el amigo que te extiende la mano, o la mujer que te inicia la conversa. Y se va el sol y una metamorfosis ocurre y se ve enorme y poderosa. Y así de regreso a lo “mítico”, la mente se transforma igual que la pared. Y esto ocurre al esperar, ver y escalar. Estos cambios de sentimientos mezclados a un nivel superior entierran el pensamiento racional. Y así con tantas ganas de tocar la roca, pasar los techos del crux, y salir al slab final. Ahora ya es cuestión de conocer la mente. Y no se va a satisfacer hasta que no se dé un intento, entregándose a dos pares de manos, las propias y las del destino. ‘Cuál es el compromiso?’ El precio sería muy alto. Un acertijo mental inexplicable, pero que quiere descifrarse por sí solo. Un acertijo que no hace sentido, pero no todo tiene que tener sentido.
Regresando de un Cayambe Express veo la noticia de la muerte de Ueli Steck, en solo. Regresando a Huaraz buscando grasa corporal, Honnold en el primer Free Solo puro de El Capitán, talvez el acto atlético mas importante jamás realizado en la historia…
Escalar se basa mucho en los hombros de grandes de generaciones pasadas, y esto abre las puertas a nosotros “nuevones” El ancho de este espectro incluye la posibilidad de tener la suficiente humildad para atreverse a imaginar a los que hicieron el Primer Asenso de la ruta, en 1985, e idearse como la pasaron y gracias a ellos escalar. En comparación nosotros somos unos simples raros que nos gusta la cancion Don Quizote Marihuana de Brujeria…. Pero ojo escalar requiere de una intensa concentración, e induce a experiencias visionarias cuando todo el resto del mundo desaparece y solo existe la escalada.
Regreso a la Esfinge con mi amigo Nico, para un “pegue flash” y un posible intento sin promesas. Ahora el vivak de la Cueva se enfrenta ‘uno’ a la realidad, y a la pared con una preconcepción errónea, y tiene ahora una proporción descontrolada. Es enorme.
Con mucho optimismo las palabras “tienes que tener mucho cuidado” o “pilas veras” refuerzan mi carácter estoico, cuadrado. Y con una semi mentira “todo bajo control” la ansiedad disminuye, y la energía crece y crece. Las noches son frías, y oyendo a mi amigo acomodarse me despierto y veo el primer tercio de la pared, como un reflejo o un antiguo déjà vu atrapado en el cerebro. Y es preciosa. Me ha dejado subir antes, pero los ojos se cierran con sueños para subir rápido en la mañana, y probarnos una vez más nuestra habilidad como escaladores hacia el éxito o el fracaso, el cual en la montaña también es éxito, talvez no en este caso.
El sol sale, la pared tiene un silencio y paz que ningún tipo de racionalización permite a la mente humana entender, solo admirar. Y escalamos rápido uniendo largos, viendo pasos y en simultáneos. El cielo es azul, tan azul que ni el más mínimo vapor se le ocurre aparecer. El piso queda atrás con una facilidad aterradora, ‘que pasaría si se va un pie?’ Mejor ni pensar, más bien subir.
Se demuestra por si solo la escala de la realidad, fuera de cualquier mito o sentimiento spiritual. Un objetivo lograble, con un precio alto y una recompense altísima. Capaz demasiado grande. Josh Warton según su email en el 2005 no solo se freesoleo sino que se desescalo los rapeles de descenso, en 1 hora 23. Imposible. Aunque sea una cuerda de 30 hay que llevar.
Desafortunadamente la gran falla de mi razonamiento no es la duda, ni tampoco el miedo, es el alcance , es la meta. Es demasiado grande, tanto que estando en ella se ve como un hoyo negro, y se siente una carga pesada tanto como sus 850 metros de granito.
Esa noche descubro que es el tiempo, la oportunidad está dada. Pero estoy ahí estropeado. Un mes en lo alto de Perú hace cantar el alma, pero al cuerpo chillar. Pies, ojos y cabeza. Todos chillan. Se intenta dormir con el sonido del viento entrando a la cuerva. La decisión ese escalar mañana, no intentar, ya que intentar incluye talvez no lograrlo. Y no hay espacio para el error. El café de la victoria del día anterior se vuelve el de la consolación. Y hierve mientras prefiero ni pensar. Pero mientras más espero más grande es la incertidumbre. Pero el cuerpo se levanta retorcido, sin energía y poco a poco alza ver a la pared.
Mecánicamente ordeno el equipo, y los pensamientos. Nico toma su última foto, y con la cabeza abajo doy los primeros pasos en signo de reverencia, de respeto.
El silencio y la realidad se imponen uno alado del otro como si todo hubiera suido pre ordenado por una fuerza superior. El abrazo de Nico fortalece y enriquece el espíritu. La hora es irrelevante, el tiempo seguirá su línea. Pero con tranquilidad arreglo los zaparos, tomo el ultimo sorbo de agua. El primer paso inicia con la coincidencia del remix de Nicola Cruz @boiler room. Y 28 minutos después veo abajo a mi amigo. ‘Y ahora que?’ Es el largo 7, de 19. Y tiene un bolt que se siente como un tsunami de alivio. ‘Algo logrado?’ No tangible pero sobrepuesto en lo espiritual, talvez. Según Doug Robinson el escalador se vuelve un visionario, pero también sabe controlar sus visiones.
La conciencia de la vida de uno se transforma en un incremento en las posibilidades de alcanzar el premio, pero el ‘premio’ que cada paso hacia arriba se vuelve más poderoso. No son actos deportivos ni atléticos. Mallory definía al escalador superior a los pares en otros deportes por lo que lo catalogó como un artista. Pero esto no es arte, y yo no soy artista ni de primera ni de segunda. Esto es un canto del alma, que los Apus y las montañas pueden desencadenar. Sin olvidar, que es extremadamente divertido.
El progreso (que implica sobrevivir) es un éxito en sí, pero con un curva exponencial que sube el precio dispuesto a pagarse. Crux o no, el piso está más abajo y la euforia se enciende. La libertad alcanza su máximo exponente, los descansos son solo para coger magnesio, lo físico es respiración y calorías quemadas. Y el mundo es cruel, pero no ahora, no en este instante. Pero quieras o no el cuerpo es frágil. Y la montaña ni se diga la escalada te van a partir. Lección muy bien aprendida en el 2006.
No tengo agua, poca energía, y me duelen los ojos…”Nico capaz me baje” “Tranqui aquí te espero” Un poquito de sombra en el largo 7 de la Esfinge induce tranquilidad, y confort. Lo mítico de la Cordillera Blanca se desvanece y repentinamente crece con el Reality Check. 7 largos en 28 minutos y ahí no más al alcance de las palmas el Huandoy. Pero surge también un deseo de volver a “casa”, a mi Savi y a mi familia. Descansar y sonreír. Y de ms montañas en el futuro. No hay revelación ni visones ni presencias extrañas. Solo hay realidad, tacto y la intensificación de los sentidos. Si hubo una batalla no la hemos ganado, hemos ganado el reflejo de una lucha pero solo eso. Y también hemos perdido, ego y o la razón en un hoyo negro que absorbe impulsos humanos, esenciales. Pero también está el resultado, que es pura felicidad, absoluta, y también paciencia y experiencia. Bienvenidas sean. No fue un sueño visto en fotos. O memorias o proyecciones diurnas. Consola el pensamiento de volver a la cueva pronto, que se siente como esperanza y miedo . Es la alteración viendo los Andes de Parón, es un estado emocional talvez nunca antes percibido en la vida de uno. Como escuchar el canto del alma.
Es un momento muy corto suspendido en el medio de la roca viendo abajo, pero que quedará eternamente en mi espíritu. Dando ese último paso de arriba abajo que toca el piso, viendo los Andes una final pero no última vez, divisando el camino a casa.
"Busca un objetivo aparentemente imposible, rómpelo en pedazos, trabaja en las piezas una por una, y olvídate del resultado" - Alex Honnold
Pensamientos obtenidos de varias historias-Ascent 2017